martes, 3 de enero de 2012

El ocaso del mundo rural castellano


Solo quedan ya escombreras,

tus pagos abandonados,

desiertas están las eras.

No hay bueyes cargando arados

que arañen la dura tierra.


Ya solo quedan herrumbres

en aperos oxidados.

Se perdieron las costumbres,

nadie las ha recordado

y lo escrito ardió en la lumbre.


Solo quedan ya ruinas,

se derrumban los tejados.

Y en las aldeas vecinas

los comercios han cerrado

al igual que las cantinas.


Ya solo quedan abuelos,

viejos, tristes y cansados.

Hijos y nietos huyeron

dejando atrás el poblado

en el que todos crecieron.


Solo queda ya el mutismo

en inmuebles clausurados,

las calles no son lo mismo

sin el eco, silenciado

en el fondo del abismo.


Ya solo quedan trasvases,

mil molinos han plantado,

canteras, placas solares

y bidones enterrados

con residuos nucleares.


Solo quedan ya despojos.

La tristeza se ha adueñado

del brillo que había en tus ojos

al ver este triste hado

que causa rabia y enojo.


¿Quién permitió este tormento?

¿Quién propició este legado?

Si ese maldito no ha muerto,

al menos, que esté enterrado

en los restos de algún huerto.